martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulos 5 y 6 de el libro 'El hombre que confundió a su mujer con un sombrero'


En el libro de ‘El hombre que confundió a su mujer con un sombrero’, el autor nos cuenta en los capítulos 5 y 6 dos casos bastante curiosos.
En el primer capítulo que he tenido que desarrollar; titulado ‘Manos’ aparece el caso de una señora de sesenta años llamada Madeleine que tenía ceguera congénita unida a parálisis cerebral y movimientos involuntarios de las manos. Durante toda su vida había sido cuidada por su familia y nunca había aprendido a valerse por sí misma. A pesar de todos los antecedentes que tenía, era una mujer animosa con abundante cultura e inteligencia debido a los numerosos libros que les habían leído durante toda su vida, ya que debido al problema que caracterizaba a sus manos; Madeleine no era capaz de leer en Braille. Desgraciadamente, para ella, sus manos eran inútiles puesto que no las había usado nunca para nada. Sin embargo, su capacidad sensorial estaba intacta ya que era capaz de identificar el dolor, el roce de los dedos, la temperatura. Pero no era capaz de reconocer objetos, lo cual era muy extraño.

Una vez supo que sus manos tenían capacidad potencial para ser unas manos normales, se planteó que quizás para Madeleine eran inútiles porque no las había utilizado nunca para nada. A sus sesenta años de edad se intentó que sus manos se desarrollasen como si fuesen las de un bebé recién nacido que está aprendiendo a desarrollar su cuerpo.

Y así fue como se puso en práctica este reto con el cual Madeleine estaba muy ilusionada aunque, a la vez, algo desesperanzada porque creía que no lo conseguiría.
Se informó en el hospital que no le ayudaran tan fácilmente a comer, sino que dejasen que fuera ella misma la que buscase la comida.
Un buen día, Madeleine estaba impaciente por comer y en vista de que nadie le ayudaba estiró la mano hasta alcanzar un trozo de pan y se lo llevó a la boca. Esta fue su primera percepción manual. Una vez ocurrió esta primera percepción, Madeleine continuó avanzando en el proceso día tras día y comenzó por tocar todo lo que le rodeaba hasta llegar a reconocer objetos.
Posteriormente, continuó sintiendo a seres humanos y, de igual forma, acabó reconociéndolos.

Madeleine pidió que le trajesen barro y comenzó a moldear figuras hasta llegar a convertirse en una escultora muy famosa. Para ella, el hecho de poder utilizar sus manos a los sesenta años de edad, fue bastante emocionante y asombroso.

En mi opinión; es bastante emocionante como ha ido evolucionando la ciencia hasta llegar a poder curar o ayudar a personas que tienen problemas mentales o físicos. Es bastante admirable, por mi parte, que haya personas que tras muchas investigaciones y estudios sean capaces de dar felicidad a aquellos que sufren debido a que se sienten inútiles por no ser ‘igual’ que las demás personas y se sienten muy tristes por no poder hacer las cosas por sí mismos y tener que depender continuamente de alguien que esté las veinticuatro horas del día a su lado.


En el capítulo seis de este libro, se habla de fantasma como un recuerdo persistente de una parte del cuerpo, normalmente una extremidad, durante meses o años después de su pérdida. Estos fantasmas fueron analizados por el neurólogo estadounidense Silas Weir Mitchell quien describió varios tipos de fantasmas: unos espectrales e irreales; otros apremiantes, otros intensamente dolorosos, otros completamente indoloros, algunos fotográficamente exactos, otros reducidos o deformados y algunos ‘’Fantasmas negativos’’ o de ausencia.
Explicó que en estos trastornos podían influir factores centrales (estimulación o lesión del córtex cerebral) o periféricos (lesión nerviosa)

A continuación se explican diversas anécdotas de personas con este problema:

Dedo fantasma
Un marinero perdió el dedo índice de la mano derecha y siempre sentía que el miembro fantasma existía en realidad aunque no pudiese verlo. Sólo desapareció cuando contrajo una neuropatía diabética sensorial y perdió la sensibilidad de todos los dedos.

Miembros fantasmas que desaparecen
Todas las personas a la que les han amputado un miembro saben que es esencial un miembro fantasma para poder hacer uso de uno artificial.
La desaparición de un fantasma puede ser desastrosa pero puede conseguirse de modos muy diversos: Weir Mitchell explica cómo resucitó a una mano fantasma que llevaba veinticinco años perdida. Ese paciente despertaba a su fantasma por las mañanas flexionando el muñón del muslo hacia él y luego le da un golpe en seco con la mano varias veces. Cuando le ha dado cinco o seis golpes el fantasma se activa de repente.

Fantasmas posicionales
A un paciente le detectaron tropiezos continuos, caídas y vértigos. Tras un examen profundo se confirmó que no tenía vértigos sino una agitación de ilusiones (el suelo se aleja, se acerca, se inclina) También él se tambaleaba a menos que fijase la vista en los pies para que así la vista le indicase la verdadera posición del suelo y de los pies.
Pronto se comprobó que se trataba de un acceso agudo de tabes y de una especie de delirio sensorial de ilusiones en fluctuación rápida.

Fantasmas, ¿vivos o muertos?
Suele haber ciertas dudas sobre si los fantasmas han de producirse o no, si son patológicos o no, si son reales o no. Para ello, explicamos el testimonio de un hombre que tenía una amputación por encima de la rodilla. Este señor explica que ese pie fantasma a veces le duele muchísimo y siente que sus dedos sufren un espasmo. Es peor de noche o cuando se quita la prótesis pero se le pasa en cuanto se la pone de nuevo y camina ya que así siente aún la pierna, por tanto, este sería un fantasma bueno.

Postdata
Muchos pacientes con fantasmas sufren dolor fantasma o dolor en el fantasma. Este dolor puede tener un carácter extraño, pero con frecuencia es un dolor normal. Esto se explica con testimonios de personas como por ejemplo, un paciente que siente enorme incomodidad por una uña del pie que se le mete en la carne, que no se había cuidado antes de la amputación pero persiste después de ésta.
A veces, los pacientes pueden lograr que el fantasma quede anestesiado por un breve período pero la estimulación eléctrica de las raíces espinales produjo un hormigueo mucho mayor al que ya solía producir el miembro fantasma.

En mi opinión, perder un miembro del cuerpo debe ser algo bastante doloroso para la persona que lo sufre y mucho más aún el saber que no lo tienes ya porque lo has perdido pero tener la sensación de que sigue ahí: que te duela, pique o intentes hacer movimientos con él.
En general, pienso que lo miembros fantasmas no son buenos para los individuos que lo padecen pero en cambio, en otros casos sí que lo es porque si no sientes el miembro fantasma no puedes tener un miembro artificial ya que no podrías manejarlo. En esta situación, si que sería bueno el hecho de que el miembro fantasma siguiera existiendo.

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