lunes, 18 de febrero de 2013

E de la evolución de Darwin.


Dentro del libro ‘El escarabajo de Wittgenstein y otros 25 experimentos más’, voy a hacer referencia al capítulo titulado ‘E de la evolución de Darwin’.

En este capítulo Darwin se pregunta si el principio de selección natural se puede aplicar a la naturaleza. Tras unas cuantas discusiones sobre jirafas con el cuello largo, Darwin trata de explicar la forma en que la selección natural obra tras recurrir a ejemplos imaginarios. Un lobo caza a varios animales, mediante la astucia, fuerza o ligereza; supongamos que un ciervo, que es más ligero, hubiese aumentado en números de individuos por un cambio en el país o que otra presa hubiese disminuido durante la estación del año en la que el lobo estuviese más apurado por la comida.
A ello Darwin responde que los lobos más veloces y más ágiles tendrían mayores probabilidades de sobrevivir y de ser así conservados o seleccionados.
Fleeming Jenkins, de la universidad de Edimburgo, señaló que el hecho de que este tipo de rasgos puedan trasmitirse es discutible puesto que la naturaleza no promueve las diferencias individuales.
Tras esta afirmación por parte de Jenkins, Darwin se pregunta si entonces la evolución está muerta. Darwin se contesta diciendo que el énfasis cambia de un efecto individual hacia un efecto más colectivo.

Me dispongo ahora a reflexionar sobre la teoría de la selección natural de Darwin. Según lo explicado en este capítulo, se transmitirían de generación en generación aquellas características comunes que puedan poseer las diferentes especies. Sin embargo, aquellas características que sean individuales y no colectivas, va cambiando poco a poco hasta llegar a ser características de efecto colectivo.

Como conclusión; cabe destacar que es muy importante y, a la vez, sorprendente este planteamiento de Charles Darwin ya que nos ayuda a comprender de una forma más sencilla y facilitándolo con ejemplos cómo se van transmitiendo las características de una especie determinada a lo largo del tiempo y cómo es posible esa evolución.


jueves, 7 de febrero de 2013

Dentro del mundo de los sentidos; cabe destacar la importancia del gusto y olfato y la enorme relación existente entre ambos.

El sentido del gusto se encuentra en la lengua. La sensación que un alimento produce en el gusto se denomina sabor.
Los alimentos pueden ser dulces o salados, ácidos o amargos. Las papilas gustativas nos permiten detectar esos sabores. Las personas que tienen más papilas gustativas tienen mayor capacidad para saborear los sabores. Un ejemplo de ello son los supercatadores.


El sentido del gusto depende de la estimulación de los llamados "botones gustativos", las cuales se sitúan preferentemente en la lengua, aunque algunas se encuentran en el paladar.
Existe una gran variedad del gusto en las personas, ya que algunas perciben un sabor mejor que otro o en distinta cantidad.
Este sentido está muy ligado a la expresión facial, a la cultura, toxicidad o saludable. Aún así la relación más destacada que tiene el gusto es con el olfato.

El olfato es el sentido más primitivo que se encarga de detectar y procesar los olores. Se trata de un receptor de los olores que desprender los cuerpos, está localizado en el epitelio olfativo, el cual se ubica en la nariz. 

El bulbo es una porción anterior del cerebro que se ocupa de la percepción de los olores. La información llega primero al sistema límbico y al hipotálamo, regiones cerebrales responsables de las emociones, sentimientos,instintos e impulsos. Por este motivo, los olores pueden modificar directamente nuestro comportamiento y las funciones corporales.
Este sentido nos ayuda a apreciar lo que es bueno para nosotros y lo que no lo es. 
Se dice que este sentido está muy ligado con el aprendizaje ya que de pequeños todo lo olemos, curioseamos y conforme vamos creciendo somos capaces de diferenciar los olores buenos de los malos.

Los olores tienden a quedarse a ras del suelo, por ello los animales tienen muy desarrollado este sentido y son capaces de percibir olores que los humanos no llegamos a apreciar.