Esta experiencia consiste en ir a la peluquería. Parece
sencillo pero, en realidad, no lo es tanto. En este capítulo hay que sentir
hasta qué punto esta situación es mucho más complicada de lo que parece. Hay
que imaginar que el pelo no es una parte indiferente de nuestro cuerpo. Quizás
el pelo está unido a nuestras ideas y cuando se corta, nunca volveremos a tener
las mismas ideas al salir de la peluquería.
También hay que imaginar que el paso por la peluquería puede
llegar a modificar toda nuestra apariencia. Todos nuestros caracteres físicos
habrán cambiado respecto de cuando entramos en ella.
Por otro lado, hay que imaginar que los peluqueros son unos
arcángeles, mensajeros de Dios. Por tanto, saldremos de lo peluquería
transfigurados.
Ir a la peluquería es, por tanto, como acudir a una cita con
el destino. Hemos llegado a creer que el corte de pelo nos dejará estupefacto,
desencajado, víctimas de cataclismos internos.
El segundo tiempo de la
experiencia, consiste en quitarse de encima esas fantasías con champú
antipiojos, puesto que en realidad no ocurrirá nada; solo nos cortarán el pelo.
De esta forma, ir a la peluquería es pura estética y
habremos soñado para nada.
Tras haber realizado esta experiencia; he sentido dolor al
creer que esos peluqueros estaban desconfigurando mi físico y personalidad a
medida que iban cortándome el pelo. Llegué a pensar que cuando saliese de ahí
iba a ser una persona totalmente diferente a la que entró y ese pensamiento me
llegó a horrorizar. Eso supondría que la gente de mi entorno no me reconocerían
y tras salir de la peluquería sería una persona nueva y diferente.
Si esta experiencia no fuese pura fantasía y cada vez que saliesemos de
la peluquería fuesemos personas nuevas, constantemente tendríamos que hacer
nuevas amistades, buscar un nuevo hogar, y todo ello por el hecho de que nos
cambiarían el aspecto físico hasta tal punto en el que nadie podría llegar a
recordarnos.